jueves, 16 de febrero de 2012

Tercer capítulo

Abrió los ojos y vio a un lobo encima de ella. Pataleó intentando darle mientras chillaba desesperadamente en un intento de que alguien pudiera sacarle de allí, pero recordó, que ni ella misma sabía dónde estaba, no sabía si los gritos atraerían a más lobos o a alguna persona que la sacara del filo de la muerte.

Era el fin para Lucie.

Aun así, Lucie no se rindió, continuó luchando a patadas y chillando a una poderosa voz. Se preguntó por qué el lobo no le había devorado aún. Miró alrededor y contempló que una mancha negra iluminada por la luz de la luna llena se acercaba lentamente detrás del animal, con la cabeza gacha. Lucie ahogó un grito para no distraer al licántropo mientras aquel personaje desconocido de la capucha se acercaba. 

Aquel desconocido, levantó la mano y en un abrir y cerrar de ojos, Lucie vio la gran cabeza del animal en el suelo, y su cuerpo inerte, aún encima de ella. Lucie sorprendida, se apartó al animal ahora sin miedo, y se fue alejando de aquella persona muy despacio aún en el suelo. Ella no sabía quién era, y por precaución, se alejó de el sin quitarle la vista de los ojos fríos que él poseía.

 Era un chico alto, rubio y de ojos azules. Su mirada era fría y serena. Se acercaba hacia Lucie despacio, tranquilo y con cierta dulzura en el rostro. No le quitaba la mirada de encima, la examinó de arriba abajo con sus fríos ojos y entonces habló:

-¿Estás bien?- preguntó con cierta dulzura en su tenue voz.

-S...sí.-tartamudeó sin apartar la mirada mientras se levantaba apoyándose gracias al tronco del árbol. Mientras se levantaba, aún con la vista puesta en el rostro del desconocido, las heridas le hicieron daño, e hizo una mueca de dolor con lo que hizo sentarla otra vez.

-Déjame que te lleve a casa-se ofreció mientras posaba sus manos sobre su pecho mirándole con dulzura.

-No, gracias. Sé volver sola-jadeó mientras se separaba del tronco del árbol y empezaba a caminar adentrándose de nuevo en el peligroso bosque. Aquel chico la miró como se alejaba.

-Por cierto, me llamo Mike- y esbozó una sonrisa. La chica paró, girándose hacia él y susurrando:

-Yo, Lucie. – y desapareció entre la negrura.


Lucie había abandonado a Mike en aquel claro del bosque. Caminaba dolida. Sangraba por las heridas de los brazos, las piernas y su rostro. Había sufrido unos que otros arañazos del licántropo, el cuál no le había echo el menor daño. Lucie seguía perdida en sus pensamientos, en cómo le había encontrado aquel chico, dónde se encontraba ella ahora mismo.

Lucie siguió pensando en sus cosas, en sus problemas, en si llegaría a casa o no, y cuando menos se lo esperó, había llegado hasta su queridísima mansión.

Cruzó el jardín, andando muy despacio y tranquilamente. Miró hacia el cielo gris que advertía lluvia, el tiempo favorito de Lucie, y luego desvió la mirada hacia la ventana de Michael, que la observaba preocupado y burlón, y Lucie le devolvió la mirada, pero con un odio en ella.

-Lucie BadKlep. –susurró hacia la puerta, y esta cedió al instante al reconocer la voz de la querida joven.

Entró enfadada consigo misma, y apenas vio la sombra de su padre, Jasper que le miraba con un tono enfadado. No dijo nada, tan solo la observó subir las escaleras que la conducían hasta su habitación. Lucie subió los peldaños de dos en dos, y evitó a Michael que la esperaba en mitad de las escaleras con las manos en el bolsillo.

-Eh, ven, Lucie. –Llamó mirándola de reojo.- ¿Dónde has estado?

-En el bosque. –respondió mirándole con sus ojos negros como el carbón que escondía secretos y misterios que ella no desvelaba a uno cualquiera.

-¿En el bosque? ¿Y qué has hecho para que estés así de mal?- preguntó mientras se acercaba a ella y la arrinconaba en el rincón de la escalera.

-No te lo voy a decir.- prometió ignorando la mirada dulce de los ojos verdes esmeralda de Michael.- A cualquier chica a la que quieras impresionar o sacar cualquier detalle, lo podrás conseguir mirándola con la mirada que me estás echando tú. Pero, a mí, con esa dulzura jamás me harás derretirme y menos aún sacarme información.- opinó decidida.- Por lo tanto, no me mires con ese cariño, que por mucho que lo hagas no lo conseguirás.- Susurró a su oído mientras se escapaba de sus brazos.- Jamás- recordó mientras subía las escaleras rápido.

-¿Dónde has estado?- preguntó su padre con las manos en la espalda.- Dímelo.- ordenó.

Lucie le miró con asco y odio con la mano en el pomo de la puerta, y sin decir nada y desobedeciendo a su padre, Jasper, entró sin el menor remordimiento.

-Si quieres a mí hija- recordó a Michael- Debes de ser más educado con mi pequeña Lucie si quieres conseguir su respeto y… sus más queridos secretos.- susurró mientras se alejaba escalera abajo.

Michael no le respondió, tampoco le miró, estaba totalmente enfadado porque conseguir el respeto de Lucie era demasiado difícil, no se dejaba engañar y ni seducir.
Michael, enfadado, estalló de rabia mientras acudía a su habitación para esconderse allí para reflexionar.

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