Lucie empezó a alejarse de la mansión, en camino al
bosque Wilford. Se adentró en él, y se perdió en un mundo de misterios y
tranquilidad. Lucie sabía que Michael no iría allí a buscarla, porque nunca la
encontraría.
Lucie empezó a trepar un árbol que tenía cercano.
Escaló hasta la última rama que le quedaba y salió al cielo abierto. Contempló
desde esa altura todo el valle de CreasmTold y cuando vió el lago, la mansión,
su jardín, sus espléndidas montañas y su gran luna llena, bajó de un salto hasta
la hierba.
Empezó a caminar sin un rumbo fijo hacia lo más
profundo de aquel bosque. Se perdió más en él, y ahora si que ya nadie podía
encontrarla. Dio varias vueltas en círculo pensando en sus cosas, y cuando ya
hubo terminado de reflexionar, se dio cuenta de que se había perdido. Había
llegado hasta un claro del bosque dónde jamás había estado. Miró alrededor,
hacia los árboles, y escuchó los sonidos de los lobos que se aproximaban hacia
ella sin el menor rencor posible.
Lucie se había perdido, y por los lobos que acudían
hacia ella a toda velocidad supo que había caminado demasiado, que había
superado el límite de su territorio y ahora los lobos podían acabar con ella
sin la menor lástima posible.
Empezó a correr, sabiendo que era algo tonto
dirigirse hacia un lugar donde no tiene dirección clara de adónde ir, pero no
tenía otra opción.
Corrió a toda velocidad, sin saber exactamente a
dónde iba. Los hierbajos se clavaban en sus piernas, las ramas le abofeteaban los
brazos y cara de la pequeña Lucie. Tenía arañazos por todo el cuerpo, sangraba
por todas partes, y los lobos la perseguían por detrás. Lucie echaba una
ojeadita a su espalda mientras corría, y conseguía distinguir alguna cosa negra
que se movía con rapidez calculando su territorio para alcanzarla cuanto antes.
Lucie paró y una bola negra se adueñó de ella en
milésimas de segundo.
La habían capturado.
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