martes, 14 de febrero de 2012

Segundo Capítulo


Lucie empezó a alejarse de la mansión, en camino al bosque Wilford. Se adentró en él, y se perdió en un mundo de misterios y tranquilidad. Lucie sabía que Michael no iría allí a buscarla, porque nunca la encontraría.

Lucie empezó a trepar un árbol que tenía cercano. Escaló hasta la última rama que le quedaba y salió al cielo abierto. Contempló desde esa altura todo el valle de CreasmTold y cuando vió el lago, la mansión, su jardín, sus espléndidas montañas y su gran luna llena, bajó de un salto hasta la hierba.

Empezó a caminar sin un rumbo fijo hacia lo más profundo de aquel bosque. Se perdió más en él, y ahora si que ya nadie podía encontrarla. Dio varias vueltas en círculo pensando en sus cosas, y cuando ya hubo terminado de reflexionar, se dio cuenta de que se había perdido. Había llegado hasta un claro del bosque dónde jamás había estado. Miró alrededor, hacia los árboles, y escuchó los sonidos de los lobos que se aproximaban hacia ella sin el menor rencor posible.

Lucie se había perdido, y por los lobos que acudían hacia ella a toda velocidad supo que había caminado demasiado, que había superado el límite de su territorio y ahora los lobos podían acabar con ella sin la menor lástima posible.

 Empezó a correr, sabiendo que era algo tonto dirigirse hacia un lugar donde no tiene dirección clara de adónde ir, pero no tenía otra opción.
Corrió a toda velocidad, sin saber exactamente a dónde iba. Los hierbajos se clavaban en sus piernas, las ramas le abofeteaban los brazos y cara de la pequeña Lucie. Tenía arañazos por todo el cuerpo, sangraba por todas partes, y los lobos la perseguían por detrás. Lucie echaba una ojeadita a su espalda mientras corría, y conseguía distinguir alguna cosa negra que se movía con rapidez calculando su territorio para alcanzarla cuanto antes.

Lucie paró y una bola negra se adueñó de ella en milésimas de segundo.
La habían capturado.

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