lunes, 13 de febrero de 2012

Capítulo primero#


El viento hacía que cayeran las hojas de otoño al suelo. Crujían al tocar el contacto con algo que era más poderoso que ellas. Se rompían al instante, ya que eran frágiles. Aquella muchacha, con la capucha tapándole la mitad de su rostro, caminó con paso lento hacia la mansión, y susurró unas palabras en otro idioma. Al instante, la puerta cedió y dejó entrar a aquella joven hacia el interior. Aquella muchacha se quitó la capa, y dejó que aquella persona que se acababa de poner delante de ella la reconociera.

-Buenas Noches, mi señor. – dijo cortesanamente. Esperó a que aquel señor le diera una respuesta, pero que por mala suerte no la hubo. Aún con la vista baja, continuó su camino hacia su habitación. Él, sonrió divertido.

-Buenas Noches. –dijo, solamente y desapareció entre la negrura.

Aquella chica subió las escaleras hasta llegar a su habitación, que se encontraba en el cuarto piso. Entró seria, callada y furiosa, y cerró la puerta tras de sí.

-Engreído Vampiro… -susurró enfadada. Se asomó a la ventana de su habitación, y soltó un soplido al aire. 

Desde ahí pudo observar el bosque, y detrás de él, en  las montañas, una luna llena se elevaba en el cielo oscuro y frío que advertía que iba a ser una larga noche.

-Hola. – dijo una voz masculina detrás de ella.

-¿Qué quieres?-preguntó la muchacha mientras se giraba.

-¿Dónde has estado, Lucie?- preguntó aquel chico con las manos por detrás de la espalda, esperando su respuesta.

-¿Qué más te da Michael? Sabes que no es de tu incumbencia saberlo. –dijo Lucie saliendo de su habitación.

-¿A dónde te crees que vas? Sabes que Jasper no te va a dejar ir así por las buenas.- sonrió, orgulloso de sí mismo por creer que podría controlarla.

-¿En serio? Pues no podré salir por la puerta como pensaba.

-Entonces te tendrás que quedar aquí, conmigo.-dijo suavemente, con cariño, la agarró  de la cintura y la atrajo hasta su cuerpo y sus ojos se encontraron.

-Jamás, Michael. –susurró a unos centímetros de sus labios. Cogió sus armas, su capa, y se subió a la repisa de la ventana, se giró y susurró: Adiós. – le guiñó un ojo mientras saltaba al vacío.

Michael sonrió mientras contempló la caída de un ángel oscuro.

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