domingo, 19 de febrero de 2012

Cuarto capítulo

~ENTRADA~:
Hola queridos lectores ^-^ He tenido que subir hoy mismo el capítulo porque he estado varios días depre por la pérdida de un amigo que para mí era como un hermano. Quería subirlo el Jueves, pero se me hizo imposible. Muchas gracias por la espera, espero que os guste mi capítulo (:
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Lucie se había encerrado en la habitación sin rechistar, pero se encontraba muy enfadada. Estuvo en la puerta varios minutos con los brazos cruzados y con una rabia en su interior. Cuando se le fue pasando el enfado poco a poco, observó su ventana, y en su exterior, la luna se escondía detrás de las montañas para dejar paso a la brillante esfera amarilla que iluminaba los mechones pelirrojos de la joven vampira.

-El amanecer… -suspiró mientras avanzaba hacia su ventana ignorando las quemaduras que el sol le provocaba.

Los rayos de sol llegaban hasta la pálida piel de Lucie, y como un rayo láser, le quemaba haciéndole heridas que luego ellas mismas se cerrarían poco a poco. Volvió a suspirar y se alejó de la ventana, tapándola con una cálida cortina.

Avanzó hasta su escritorio, y vio una hoja de papel en blanco que deseaba ser escrita. Lucie se sentó en su silla, y agarró un lápiz. Dibujó varios garabatos antes de acabar aburriéndose. Se levantó y se tumbó en su querida cama que le proporcionaba protección con sus mantas.

Mientras se encontraba tumbada bocabajo agarrando su almohada para contarle todas sus penas, una vocecita le susurró al oído su nombre. Lucie se sobresaltó y observó a su acompañante.

-¿Qué haces aquí, Mike? –preguntó sorprendida.

-He venido a ver cómo estabas.- respondió con ternura.- ¿Está usted bien?

-Sí, en perfecto estado. ¿Cómo has conseguido llegar hasta aquí?- exigió saber.

-Por la ventana.- respondió divertido.- ¿Qué pasa?-preguntó esbozando una sonrisa en su rostro.

-Que no deberías estar aquí, Mike.- suspiró levantándose para conducirle hasta la ventana.-Lo siento, de veras.

-No pasa nada, te veré mañana. Pero no veo porqué no pueda estar aquí… -suspiró.

-Jasper no quiere intrusos que no sean de nuestra especie, y Michael le cuenta todo sobre mí. No puedo permitirme el lujo de tenerte aquí conmigo todos los días. Podría matarme.- susurró mientras le acercaba a la ventana.

Mike le miró a los ojos mientras ponía un pie al borde del precipicio, había algo en ellos que lo tenían petrificado. Se observaron varios minutos, y los dos sonrojaron. Mientras se encontraban los dos en ese ambiente alguien los observaba desde la cerradura del pomo de la puerta.

-Traidora…- gruñó Michael que desapareció entre la negrura en busca de Jasper.


Lucie le miró a los ojos, mientras su corazón latía al cien por cien. Por un momento creyó que el corazón se le salía del pecho y soltó una sonrisa leve.

-Mike… -susurró- ¿Cuándo volveré a verte?

-Cuando quieras, Lucie.

-¿Puedes venir esta noche al bosque?

-Claro.- sonrió- Te espero esta noche en el bosque a las doce.

-Vale- sonrió sonrojada mordiéndose el labio inferior. Mantuvo la calma y dijo riendo- Ahora vete.

Mike saltó al abismo cayendo de pie en el césped. Esbozó una sonrisa y avanzó con paso firme hacia las afueras de la mansión.

Ninguno de los dos se dio cuenta de que una sombra los había estado vigilando desde la ventana.

jueves, 16 de febrero de 2012

Tercer capítulo

Abrió los ojos y vio a un lobo encima de ella. Pataleó intentando darle mientras chillaba desesperadamente en un intento de que alguien pudiera sacarle de allí, pero recordó, que ni ella misma sabía dónde estaba, no sabía si los gritos atraerían a más lobos o a alguna persona que la sacara del filo de la muerte.

Era el fin para Lucie.

Aun así, Lucie no se rindió, continuó luchando a patadas y chillando a una poderosa voz. Se preguntó por qué el lobo no le había devorado aún. Miró alrededor y contempló que una mancha negra iluminada por la luz de la luna llena se acercaba lentamente detrás del animal, con la cabeza gacha. Lucie ahogó un grito para no distraer al licántropo mientras aquel personaje desconocido de la capucha se acercaba. 

Aquel desconocido, levantó la mano y en un abrir y cerrar de ojos, Lucie vio la gran cabeza del animal en el suelo, y su cuerpo inerte, aún encima de ella. Lucie sorprendida, se apartó al animal ahora sin miedo, y se fue alejando de aquella persona muy despacio aún en el suelo. Ella no sabía quién era, y por precaución, se alejó de el sin quitarle la vista de los ojos fríos que él poseía.

 Era un chico alto, rubio y de ojos azules. Su mirada era fría y serena. Se acercaba hacia Lucie despacio, tranquilo y con cierta dulzura en el rostro. No le quitaba la mirada de encima, la examinó de arriba abajo con sus fríos ojos y entonces habló:

-¿Estás bien?- preguntó con cierta dulzura en su tenue voz.

-S...sí.-tartamudeó sin apartar la mirada mientras se levantaba apoyándose gracias al tronco del árbol. Mientras se levantaba, aún con la vista puesta en el rostro del desconocido, las heridas le hicieron daño, e hizo una mueca de dolor con lo que hizo sentarla otra vez.

-Déjame que te lleve a casa-se ofreció mientras posaba sus manos sobre su pecho mirándole con dulzura.

-No, gracias. Sé volver sola-jadeó mientras se separaba del tronco del árbol y empezaba a caminar adentrándose de nuevo en el peligroso bosque. Aquel chico la miró como se alejaba.

-Por cierto, me llamo Mike- y esbozó una sonrisa. La chica paró, girándose hacia él y susurrando:

-Yo, Lucie. – y desapareció entre la negrura.


Lucie había abandonado a Mike en aquel claro del bosque. Caminaba dolida. Sangraba por las heridas de los brazos, las piernas y su rostro. Había sufrido unos que otros arañazos del licántropo, el cuál no le había echo el menor daño. Lucie seguía perdida en sus pensamientos, en cómo le había encontrado aquel chico, dónde se encontraba ella ahora mismo.

Lucie siguió pensando en sus cosas, en sus problemas, en si llegaría a casa o no, y cuando menos se lo esperó, había llegado hasta su queridísima mansión.

Cruzó el jardín, andando muy despacio y tranquilamente. Miró hacia el cielo gris que advertía lluvia, el tiempo favorito de Lucie, y luego desvió la mirada hacia la ventana de Michael, que la observaba preocupado y burlón, y Lucie le devolvió la mirada, pero con un odio en ella.

-Lucie BadKlep. –susurró hacia la puerta, y esta cedió al instante al reconocer la voz de la querida joven.

Entró enfadada consigo misma, y apenas vio la sombra de su padre, Jasper que le miraba con un tono enfadado. No dijo nada, tan solo la observó subir las escaleras que la conducían hasta su habitación. Lucie subió los peldaños de dos en dos, y evitó a Michael que la esperaba en mitad de las escaleras con las manos en el bolsillo.

-Eh, ven, Lucie. –Llamó mirándola de reojo.- ¿Dónde has estado?

-En el bosque. –respondió mirándole con sus ojos negros como el carbón que escondía secretos y misterios que ella no desvelaba a uno cualquiera.

-¿En el bosque? ¿Y qué has hecho para que estés así de mal?- preguntó mientras se acercaba a ella y la arrinconaba en el rincón de la escalera.

-No te lo voy a decir.- prometió ignorando la mirada dulce de los ojos verdes esmeralda de Michael.- A cualquier chica a la que quieras impresionar o sacar cualquier detalle, lo podrás conseguir mirándola con la mirada que me estás echando tú. Pero, a mí, con esa dulzura jamás me harás derretirme y menos aún sacarme información.- opinó decidida.- Por lo tanto, no me mires con ese cariño, que por mucho que lo hagas no lo conseguirás.- Susurró a su oído mientras se escapaba de sus brazos.- Jamás- recordó mientras subía las escaleras rápido.

-¿Dónde has estado?- preguntó su padre con las manos en la espalda.- Dímelo.- ordenó.

Lucie le miró con asco y odio con la mano en el pomo de la puerta, y sin decir nada y desobedeciendo a su padre, Jasper, entró sin el menor remordimiento.

-Si quieres a mí hija- recordó a Michael- Debes de ser más educado con mi pequeña Lucie si quieres conseguir su respeto y… sus más queridos secretos.- susurró mientras se alejaba escalera abajo.

Michael no le respondió, tampoco le miró, estaba totalmente enfadado porque conseguir el respeto de Lucie era demasiado difícil, no se dejaba engañar y ni seducir.
Michael, enfadado, estalló de rabia mientras acudía a su habitación para esconderse allí para reflexionar.

martes, 14 de febrero de 2012

Segundo Capítulo


Lucie empezó a alejarse de la mansión, en camino al bosque Wilford. Se adentró en él, y se perdió en un mundo de misterios y tranquilidad. Lucie sabía que Michael no iría allí a buscarla, porque nunca la encontraría.

Lucie empezó a trepar un árbol que tenía cercano. Escaló hasta la última rama que le quedaba y salió al cielo abierto. Contempló desde esa altura todo el valle de CreasmTold y cuando vió el lago, la mansión, su jardín, sus espléndidas montañas y su gran luna llena, bajó de un salto hasta la hierba.

Empezó a caminar sin un rumbo fijo hacia lo más profundo de aquel bosque. Se perdió más en él, y ahora si que ya nadie podía encontrarla. Dio varias vueltas en círculo pensando en sus cosas, y cuando ya hubo terminado de reflexionar, se dio cuenta de que se había perdido. Había llegado hasta un claro del bosque dónde jamás había estado. Miró alrededor, hacia los árboles, y escuchó los sonidos de los lobos que se aproximaban hacia ella sin el menor rencor posible.

Lucie se había perdido, y por los lobos que acudían hacia ella a toda velocidad supo que había caminado demasiado, que había superado el límite de su territorio y ahora los lobos podían acabar con ella sin la menor lástima posible.

 Empezó a correr, sabiendo que era algo tonto dirigirse hacia un lugar donde no tiene dirección clara de adónde ir, pero no tenía otra opción.
Corrió a toda velocidad, sin saber exactamente a dónde iba. Los hierbajos se clavaban en sus piernas, las ramas le abofeteaban los brazos y cara de la pequeña Lucie. Tenía arañazos por todo el cuerpo, sangraba por todas partes, y los lobos la perseguían por detrás. Lucie echaba una ojeadita a su espalda mientras corría, y conseguía distinguir alguna cosa negra que se movía con rapidez calculando su territorio para alcanzarla cuanto antes.

Lucie paró y una bola negra se adueñó de ella en milésimas de segundo.
La habían capturado.

lunes, 13 de febrero de 2012

Capítulo primero#


El viento hacía que cayeran las hojas de otoño al suelo. Crujían al tocar el contacto con algo que era más poderoso que ellas. Se rompían al instante, ya que eran frágiles. Aquella muchacha, con la capucha tapándole la mitad de su rostro, caminó con paso lento hacia la mansión, y susurró unas palabras en otro idioma. Al instante, la puerta cedió y dejó entrar a aquella joven hacia el interior. Aquella muchacha se quitó la capa, y dejó que aquella persona que se acababa de poner delante de ella la reconociera.

-Buenas Noches, mi señor. – dijo cortesanamente. Esperó a que aquel señor le diera una respuesta, pero que por mala suerte no la hubo. Aún con la vista baja, continuó su camino hacia su habitación. Él, sonrió divertido.

-Buenas Noches. –dijo, solamente y desapareció entre la negrura.

Aquella chica subió las escaleras hasta llegar a su habitación, que se encontraba en el cuarto piso. Entró seria, callada y furiosa, y cerró la puerta tras de sí.

-Engreído Vampiro… -susurró enfadada. Se asomó a la ventana de su habitación, y soltó un soplido al aire. 

Desde ahí pudo observar el bosque, y detrás de él, en  las montañas, una luna llena se elevaba en el cielo oscuro y frío que advertía que iba a ser una larga noche.

-Hola. – dijo una voz masculina detrás de ella.

-¿Qué quieres?-preguntó la muchacha mientras se giraba.

-¿Dónde has estado, Lucie?- preguntó aquel chico con las manos por detrás de la espalda, esperando su respuesta.

-¿Qué más te da Michael? Sabes que no es de tu incumbencia saberlo. –dijo Lucie saliendo de su habitación.

-¿A dónde te crees que vas? Sabes que Jasper no te va a dejar ir así por las buenas.- sonrió, orgulloso de sí mismo por creer que podría controlarla.

-¿En serio? Pues no podré salir por la puerta como pensaba.

-Entonces te tendrás que quedar aquí, conmigo.-dijo suavemente, con cariño, la agarró  de la cintura y la atrajo hasta su cuerpo y sus ojos se encontraron.

-Jamás, Michael. –susurró a unos centímetros de sus labios. Cogió sus armas, su capa, y se subió a la repisa de la ventana, se giró y susurró: Adiós. – le guiñó un ojo mientras saltaba al vacío.

Michael sonrió mientras contempló la caída de un ángel oscuro.